Deportes
Horror: Vuelve a jugar el arquero Brasileño que hizo matar y cortar en pedazos a su amante
Se trata de Bruno, el ex arquero y capitán del Flamengo. Fue condenado a 22 años de cárcel y sólo cumplió seis. Y ahora lo contrató otro equipo de Brasil. El país está horrorizado.
Los brasileños vivieron, en los últimos seis años, una historia de amor, muerte y horror. Fue en capítulos, pero es un hecho real que causa indignación e impotencia.
Todo empieza en 2010. Uno de los dos protagonistas de la historia es Bruno Fernandes de Souza. Un ídolo del fútbol. Era el arquero y capitán del Flamengo y estaba a punto de ser convocado a su Selección y transferido al fútbol italiano. Acababa de conquistar el Brasileirao, la máxima competición futbolística del país y era su séptimo título en el club. A los 26 años creía que su techo todavía estaba lejano. Y la vida le sonreía.

Bruno cuando era arquero del Flamengo. Tiempos cercanos.
La segunda protagonista de la historia era la amante del arquero, Eliza Samudio, que a su vez era la madre del pequeño hijo de ambos. Era el 9 de junio de aquel 2010 cuando la chica, de 25 años, desapareció después de hablar por teléfono con tres amigas.
Eliza había hecho varios filmes porno y desde chica su sueño era conquistar a un futbolista. Abandonada por su madre a los cinco años, se sabía de memoria los nombres de los jugadores que más le gustaban, empezando por los del Flamengo.
Y para conquistar a un jugador, ella creía que no había nada mejor que acostarse con ellos. Para ello participaba de orgías junto a sus amigas y planteles de futbolistas. Hasta que en una de esas noches se acostó con Bruno. Y quedó embarazada.
El arquero, que estaba casado, hizo todo lo posible para que el bebé no naciera. Primero quiso convencerla a que abortara. Ella se negó. Luego le suministró una sustancia abortiva que no funcionó y que un examen de sangre confirmó que estaba en el cuerpo de la chica. Por último, ofreció 12.000 dólares a quien matara al bebé no bien este naciera.

Eliza embarazada y feliz. No imaginaba su futuro.
Bruno, que venía de una favela, y tenía cientos de amigos en ella, creyó que tendría una cola de personas aceptando la tarea. Pero no entendió que existen códigos que ni en una favela se rompen. Un bebé es sagrado.
El bebé nació. Y el arquero cambió de táctica pero no de idea. Se acercó a Eliza, empezó a estar con ella. Hasta prometió hacerse el examen de ADN para confirmar su paternidad. Eliza era feliz. Su sueño de chica se había cumplido. Había conquistado a un jugador.

Eliza y su bebé. Creyó que la felicidad ya era completa.
Pero de repente Eliza se evaporó. Habló con tres amigas suyas por teléfono aquel 9 de junio del 2010 y no se la volvió a escuchar. La Policía fue directa al arquero. En una camioneta de su propiedad encontraron manchas de sangre y dos artículos que nada tenían que ver con el arquero: un par de anteojos marca Dolce&Gabbana y unas sandalias negras de tacón alto. Cuando una amiga de Eliza vio los objetos no dudó: “Son de Eliza”.
Bruno fue arrestado junto a un amigo, Luiz Enrique Ferreira Romao y un sobrino suyo de 17 años, Sergio Rosa. El menor confesó una historia tan horrible que la Policía no le creyó, pero siguieron sus indicaciones. Dijo que el cuerpo de la mujer había sido escondido en una casa de campo en las afueras de Belo Horizonte, la capital del estado de Minas Gerais. La propiedad era del arquero.

Bruno al momento de ser arrestado.
Los exámenes de ADN comprobaron que las tres manchas de sangre encontradas en el vehículo de Bruno, eran de Eliza. Pero los actores de esta trama se iban agregando. También arrestaron a otros dos amigos del arquero y a su mujer, Dayanne do Carmo Souza.
La Policía comprendió que lo que contó el menor era cierto. El joven dijo que Eliza fue subida a la fuerza en la camioneta de propiedad de Bruno, que era conducida por Ferreira Romao, alias Macarrón. El menor señaló que él iba escondido en la parte posterior de la camioneta y que por detrás golpeó a la chica en la cabeza, lo que hizo que quedaran esas manchas de sangre.
Bruno en uno de los entrenamientos del Flamengo.
Con Eliza inconsciente, vino lo más terrible del plan. El chico contó que Bruno se hizo presente en el lugar junto a otro amigo de ellos, llamado Neném. A Eliza la ataron, la golpearon, la estrangularon hasta su muerte, cortaron su cuerpo en pedazos y limpiaron todo. El cadáver fue repartido, macabramente, entre un bosque, donde fueron enterradas algunas partes y las otras fueran dadas de comida a los rottweilers, propiedad del arquero.
El 8 de julio de 2010, Bruno Fernandes da Souza fue acusado de asesinato, rapto, ocultamiento de cuerpo, formar parte de una banda criminal, y varios delitos más. De inmediato entró en prisión. La Fiscalía pidió 41 años de cárcel para él. Fue condenado a 22 años.
Parte del cuerpo de Eliza encontrado por la Policía.
A Macarrao le dieron 15 años de prisión tras confesar su participación en el crimen. El sobrino del arquero recibió igual pena. La mujer de Bruno, Dayanne Souza, fue absuelta. Y otra mujer, Fernanda de Castro, una de las amantes del futbolista, quien conocía la historia y cuidó al bebé de Eliza durante varios días, fue condenada a cinco años. Y Neném, el autor material del crimen, recibió la mayor condena, 23 años. Caso juzgado y cerrado. Nada que ver. Los brasileños que habían seguido la historia en capítulos, no sabían que vendrían otros.

Bruno flanqueado por dos de sus amigos, que participaron del crimen.
En marzo de 2014, por buena conducta, al arquero se lo transfirió de una prisión de máxima seguridad a una de baja rigurosidad, en Montes Claros. Y le permitieron salidas transitorias para poder atajar en un equipo de la Tercera División del Campeonato Mineiro.
No sólo eso. El arquero se divorció de su mujer y se casó en la prisión de Santa Luzia con la dentista Ingrid Calheiros, con quien inició su relación durante la investigación sobre el asesinato. El criminal había rehecho su vida sentimental. Faltaba que hiciera lo mismo con la deportiva.
El arquero se casó en prisión con Ingrid, una dentista.
El 24 de febrero de este año fue dejado en libertad. Y sólo diez días después firmó un contrato de dos años con el equipo Boa Esporte de Minas Gerais, que disputará el torneo de segunda división del Campeonato Brasileño esta temporada.
El abogado del jugador dijo que Bruno recibió una serie de propuestas de varios clubes y eligió la del Boa Esporte. Y allí está la foto del arquero con su nueva camiseta y los dirigentes del club. Todos sonrientes. Fin de la telenovela del horror.

Bruno con los dirigentes de su nuevo club. Todos sonrientes.
Un criminal está suelto. La fiscalía pidió para él 41 años de cárcel. Le dieron 22. Cumplió solo seis. La Justicia injusta. Una mamá de 25 años terminó de la peor manera. Un nene de seis años no tiene a su madre, porque está muerta, ni a su padre, que nunca lo quiso ver ni reconocer. Y los hinchas del Boa Esporte tendrán en su arco a Bruno.
Ya no importa como ataja. Ni siquiera interesa. Lo único importante es que un criminal confeso sonríe. Un insulto. A los 32 años cree que todavía no llegó a su techo, y hasta sueña con llegar a la Selección. Eliza ya no podrá sonreír. De ella ya nadie se acuerda. Salvo un nene de seis años…
Todo empieza en 2010. Uno de los dos protagonistas de la historia es Bruno Fernandes de Souza. Un ídolo del fútbol. Era el arquero y capitán del Flamengo y estaba a punto de ser convocado a su Selección y transferido al fútbol italiano. Acababa de conquistar el Brasileirao, la máxima competición futbolística del país y era su séptimo título en el club. A los 26 años creía que su techo todavía estaba lejano. Y la vida le sonreía.

Bruno cuando era arquero del Flamengo. Tiempos cercanos.
La segunda protagonista de la historia era la amante del arquero, Eliza Samudio, que a su vez era la madre del pequeño hijo de ambos. Era el 9 de junio de aquel 2010 cuando la chica, de 25 años, desapareció después de hablar por teléfono con tres amigas.
Eliza había hecho varios filmes porno y desde chica su sueño era conquistar a un futbolista. Abandonada por su madre a los cinco años, se sabía de memoria los nombres de los jugadores que más le gustaban, empezando por los del Flamengo.
Y para conquistar a un jugador, ella creía que no había nada mejor que acostarse con ellos. Para ello participaba de orgías junto a sus amigas y planteles de futbolistas. Hasta que en una de esas noches se acostó con Bruno. Y quedó embarazada.
El arquero, que estaba casado, hizo todo lo posible para que el bebé no naciera. Primero quiso convencerla a que abortara. Ella se negó. Luego le suministró una sustancia abortiva que no funcionó y que un examen de sangre confirmó que estaba en el cuerpo de la chica. Por último, ofreció 12.000 dólares a quien matara al bebé no bien este naciera.

Eliza embarazada y feliz. No imaginaba su futuro.
Bruno, que venía de una favela, y tenía cientos de amigos en ella, creyó que tendría una cola de personas aceptando la tarea. Pero no entendió que existen códigos que ni en una favela se rompen. Un bebé es sagrado.
El bebé nació. Y el arquero cambió de táctica pero no de idea. Se acercó a Eliza, empezó a estar con ella. Hasta prometió hacerse el examen de ADN para confirmar su paternidad. Eliza era feliz. Su sueño de chica se había cumplido. Había conquistado a un jugador.

Eliza y su bebé. Creyó que la felicidad ya era completa.
Pero de repente Eliza se evaporó. Habló con tres amigas suyas por teléfono aquel 9 de junio del 2010 y no se la volvió a escuchar. La Policía fue directa al arquero. En una camioneta de su propiedad encontraron manchas de sangre y dos artículos que nada tenían que ver con el arquero: un par de anteojos marca Dolce&Gabbana y unas sandalias negras de tacón alto. Cuando una amiga de Eliza vio los objetos no dudó: “Son de Eliza”.
Bruno fue arrestado junto a un amigo, Luiz Enrique Ferreira Romao y un sobrino suyo de 17 años, Sergio Rosa. El menor confesó una historia tan horrible que la Policía no le creyó, pero siguieron sus indicaciones. Dijo que el cuerpo de la mujer había sido escondido en una casa de campo en las afueras de Belo Horizonte, la capital del estado de Minas Gerais. La propiedad era del arquero.

Bruno al momento de ser arrestado.
Los exámenes de ADN comprobaron que las tres manchas de sangre encontradas en el vehículo de Bruno, eran de Eliza. Pero los actores de esta trama se iban agregando. También arrestaron a otros dos amigos del arquero y a su mujer, Dayanne do Carmo Souza.
La Policía comprendió que lo que contó el menor era cierto. El joven dijo que Eliza fue subida a la fuerza en la camioneta de propiedad de Bruno, que era conducida por Ferreira Romao, alias Macarrón. El menor señaló que él iba escondido en la parte posterior de la camioneta y que por detrás golpeó a la chica en la cabeza, lo que hizo que quedaran esas manchas de sangre.
Bruno en uno de los entrenamientos del Flamengo.
Con Eliza inconsciente, vino lo más terrible del plan. El chico contó que Bruno se hizo presente en el lugar junto a otro amigo de ellos, llamado Neném. A Eliza la ataron, la golpearon, la estrangularon hasta su muerte, cortaron su cuerpo en pedazos y limpiaron todo. El cadáver fue repartido, macabramente, entre un bosque, donde fueron enterradas algunas partes y las otras fueran dadas de comida a los rottweilers, propiedad del arquero.
El 8 de julio de 2010, Bruno Fernandes da Souza fue acusado de asesinato, rapto, ocultamiento de cuerpo, formar parte de una banda criminal, y varios delitos más. De inmediato entró en prisión. La Fiscalía pidió 41 años de cárcel para él. Fue condenado a 22 años.
Parte del cuerpo de Eliza encontrado por la Policía.
A Macarrao le dieron 15 años de prisión tras confesar su participación en el crimen. El sobrino del arquero recibió igual pena. La mujer de Bruno, Dayanne Souza, fue absuelta. Y otra mujer, Fernanda de Castro, una de las amantes del futbolista, quien conocía la historia y cuidó al bebé de Eliza durante varios días, fue condenada a cinco años. Y Neném, el autor material del crimen, recibió la mayor condena, 23 años. Caso juzgado y cerrado. Nada que ver. Los brasileños que habían seguido la historia en capítulos, no sabían que vendrían otros.

Bruno flanqueado por dos de sus amigos, que participaron del crimen.
En marzo de 2014, por buena conducta, al arquero se lo transfirió de una prisión de máxima seguridad a una de baja rigurosidad, en Montes Claros. Y le permitieron salidas transitorias para poder atajar en un equipo de la Tercera División del Campeonato Mineiro.
No sólo eso. El arquero se divorció de su mujer y se casó en la prisión de Santa Luzia con la dentista Ingrid Calheiros, con quien inició su relación durante la investigación sobre el asesinato. El criminal había rehecho su vida sentimental. Faltaba que hiciera lo mismo con la deportiva.
El arquero se casó en prisión con Ingrid, una dentista.
El 24 de febrero de este año fue dejado en libertad. Y sólo diez días después firmó un contrato de dos años con el equipo Boa Esporte de Minas Gerais, que disputará el torneo de segunda división del Campeonato Brasileño esta temporada.
El abogado del jugador dijo que Bruno recibió una serie de propuestas de varios clubes y eligió la del Boa Esporte. Y allí está la foto del arquero con su nueva camiseta y los dirigentes del club. Todos sonrientes. Fin de la telenovela del horror.

Bruno con los dirigentes de su nuevo club. Todos sonrientes.
Un criminal está suelto. La fiscalía pidió para él 41 años de cárcel. Le dieron 22. Cumplió solo seis. La Justicia injusta. Una mamá de 25 años terminó de la peor manera. Un nene de seis años no tiene a su madre, porque está muerta, ni a su padre, que nunca lo quiso ver ni reconocer. Y los hinchas del Boa Esporte tendrán en su arco a Bruno.
Ya no importa como ataja. Ni siquiera interesa. Lo único importante es que un criminal confeso sonríe. Un insulto. A los 32 años cree que todavía no llegó a su techo, y hasta sueña con llegar a la Selección. Eliza ya no podrá sonreír. De ella ya nadie se acuerda. Salvo un nene de seis años…