Regional
La Tercera edad también pedalea
Ya no es sorpresa. El explosivo aumento de ciclistas en buena parte del país, también es una realidad en Copiapó y en las grandes ciudades de Atacama. La capital regional muestra -en sus horarios puntas y en horas de descanso- cada vez más personas pedaleando en las ciclovías o avenidas principales, los talleres ya no dan abasto y hay que reservar espacio en las agendas de los mecánicos y las tiendas han renovado su stock para Navidad y el verano, lo que demuestra que el boom de las dos ruedas llegó para quedarse.
Este fenómeno en aumento ha originado debates, conflictos y hasta riñas entre ciclistas, peatones y automovilistas, que, con escasa cultura vial, tratan de imponer sus términos -a veces por la fuerza- respecto a quién tiene más derechos sobre otros en cuanto al uso de las calles. También se discute si el uso de estos velocípedos corresponde a la elite o a las clases menos acomodadas.
A esto se debe sumar la recientemente promulgada Ley de Convivencia Vial, norma que ha sido cuestionada y que, lentamente, se va instalando en el ADN de los usuarios.
Ajenos a todo este ajetreo y discusiones, hay un grupo de ciclistas que pedalean hace décadas y que lo seguirán haciendo “hasta que el cuerpo nos acompañe”, dicen. Poco saben de la nueva Ley de Convivencia, tampoco usan cascos, ni guantes, no les interesan las marcas, tricotas o zapatills especiales. Las ciclovías son solo parte de su desplazamiento y si no hay, su ritmo cansino y relajado, les permite ir por las calles tranquilamente, hasta llegar a destino. Nadie los apura. Tampoco han ido a un taller, ellos son sus propios mecánicos y cuidan a sus “yeguas flacas”, como si fueran parte de su familia. Y es que en realidad lo son.
Para don Jeranor Herrera González (679), por ejemplo, su bicicleta lo es todo. Todas las mañanas va en su velocípedo a comprar pan y aprovecha de alimentar a las palomas de la plaza. Cuenta que su bici fue construida el año 58. A veces la pinta y le cambia neumáticos, el resto es todo original, salvo un receptáculo de metal donde guarda un fierro “para defenderse de los perros callejeros o de algún ladrón”.
“Se la compré al Ejército de Chile por tres lucas cuando hice el Servicio Militar, llegaron 60 de estas mismas para los pelados”, recuerda. Dice que le han ofrecido hasta 300 mil pesos por ella. “Ni loco la vendo”, asegura. Es que más de 50 años juntos, ha hecho que hombre y máquina sean uno solo, donde cada sonido de estos fierros nobles se confunde con el crujir de huesos y coyunturas del anciano que superó hace rato el medio siglo pedaleando.
Don Manuel es otro que usa la Bici para trasladarse. Cuando le toca ir al centro de la ciudad, siempre para en las bancas frente al Correo para descansar y beber agua. “Esta bicicleta me la pasó mi hija hace muchos años, es una Oxford del 84”, cuenta orgulloso.
Pedro Aguirre tiene 82 años. Asegura que anda en su bicicleta desde que tenía 14. “Me costó 12 pesos y era una maravilla, bueno lo sigue siendo, pues me lleva a todas partes. Ahora tengo que andar con más cuidado eso sí, y solo transito por la vereda, porque los choferes de autos están muy locos, esos se te tiran encima y son muy peligrosos”.
Mauricio Rojas (68) coincide con este panorama. “Yo reparto el diario en todo Copiapó y es verdad que hay que andar con más cuidado. Pero ya tengo experiencia y me cuido harto”, dice mientras entrega algunos ejemplares en un supermercado.
Quizás el ciclista de la tercera edad (o acercándose a ella) más conocido es Santiago Cerda (62). El es uno de los carteros de Correos de Chile. También ha pedaleado toda su vida, “lo que me ha ayudado a tener un buen estado físico y a no enfermarme casi nunca. De hecho, subo a las poblaciones sin problemas”, dice.
Sostiene que “efectivamente los ciclistas han aumentado mucho, pero no así la cultura ciclística ni tampoco la de peatones y choferes. Nosotros, nos estamos acomodando a la Ley. Yo uso casco desde siempre y me ha salvado la vida, ojalá ahora todos los usuarios seamos más conscientes y nos cuidemos más”.
La idea de la Ley de Convivencia Vial es mejorar la relación de los diferentes métodos de transporte que circulan por la ciudad. Esta norma viene a remplazar la antigua Ley de Tránsito promulgada en 1984 y modificada por última vez en 2009, poniendo el énfasis en la seguridad de los usuarios más vulnerables a accidentes de transporte, como lo son los peatones y los ciclistas. El texto busca equiparar el espacio vial de todos los modos de transporte y quienes incumplan estas medidas arriesgan una sanción monetaria que puede variar entre los 0,2 y 0,5 UTM, es decir, entre 10 mil y 24 mil pesos.
Datos oficiales indican que son cientos los ciclistas que ocupan diariamente la ciclovía que cruza la avenida Copayapu en Copiapó. Un número similar de usuarios se traslada por estos tramos diferenciados en las céntricas calles Chacabuco, Colipí y Circunvalación, mientras que en el Parque Kaukari los amantes de las dos ruedas han encontrado un paraíso para pedalear. A su vez, los trabajadores que usan este medio de transporte, en el sector norte de la ciudad, ya se han convertido en una postal clásica -temprano por la mañana o al caer el sol- al igual que los que transitan hasta Paipote y Tierra Amarilla.
Los ciclistas en Copiapó ya representan el 7% de los viajes del parque total, el porcentaje es superior al promedio de Chile (5%) y cercano a la tendencia mundial (8%). Los talleres para estos velocípedos pasan llenos y hay que pedir hora con antelación para lograr que las bicicletas seas reparadas.
Datos del MOP y del Minvu muestran que existen unos 25 kilómetros de ciclovías operativos en Copiapó. De ellos, el MOP -a través de su Dirección de Vialidad- tiene a su tuición los principales tramos: extensión de Avenida Copayapu y Ruta 30 (ex ruta 5), el sector de Toledo hasta Paipote y una segunda ciclovía que va desde el Puente Copayapu hasta Avenida Henríquez (circuito que pasa por Sodimac, salida Sur Copiapó, hasta Av. Henríquez en el Palomar).
Por el lado del Minvu, les compete la responsabilidad de las ciclovías del centro de la ciudad, avenida Circunvalación y el Palomar.
Por: Christian Palma