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Djokovic tumba a Federer en la final más larga de la historia
Novak Djokovic le cerró la puerta de nuevo a Roger Federer en Wimbledon con una victoria sintomática que le confirma como el gran dominador del tenis mundial y deja al suizo de casi 38 años con la sensación de que quizá ya no podrá aumentar su cuenta de títulos de Grand Slam, que está en 20.
En una final preciosa y vibrante, el serbio (32) levantó dos bolas de partido y repitió triunfo: 6-7 (5), 6-1, 6-7 (4), 6-4 y 13-12 (3) en 4h:57. La más larga de la historia del torneo tras las 4h:48 del Nadal-Federer en 2008. Nole suma ahora 16 grandes, cuatro menos que su rival y dos por debajo de Nadal (18). El hecho es que ha ganado cuatro de los últimos cinco majors: Wimbledon 2018 y 2019, US Open 2018 y Australia 2019. En Londres levantó su quinto trofeo en siete finales ante un Federer que lo dio todo pero que terminó hincando la rodilla ante el actual rey por tercera vez en el duelo por el título del grande británico. Fue su 48º enfrentamiento (26-22 para Nole), el 16º en el más alto nivel (10-6 gana el balcánico) en su quinta gran final (4-1 Djokovic).
El primer set, que duró una hora, se dirimió por pequeños detalles, quizá por algún error más de los que tocaban por parte de Federer (14), que sacó mejor y no aprovechó la única oportunidad de quiebre que tuvo en el cuarto juego. Djokovic no inquietó tanto al helvético al resto, pero se mantuvo frío y en el desempate fue capaz de levantar un 5-3 en contra, ganando los últimos cuatro puntos para adelantarse en el marcador global.
La tensión podía cortarse con un cuchillo. Roger no tenía motivos para estar demasiado disgustado por lo que le había ocurrido en el tie-break y atacó a muerte.Con dos quiebres de inicio en la segunda manga, puso tierra de por medio (3-0). Sus partidarios gritaron con furia y se escuchó varias veces un “¡Vamos!” en castellano y con el tono de Nadal desde la grada. No era el balear, claro, que ya descansa en casa. Federer, en trance, subió a 4-0 y no paró de percutir con clase y determinación hasta romper una tercera vez el saque de Nole. El parcial era suyo en 26 minutos y con la moral recuperada.
Djokovic parecía estar grogui, pero no tanto como para irse a la lona. Federer siguió a lo suyo, revés por aquí, dejada por allá, valientes subidas a la red con plásticas voleas… Haciendo fáciles las cosas difíciles, como dijo Rafa tras perder contra él en semifinales. El número uno apretó para asegurar al menos sus saques. En un día nublado, el sol se abrió paso por momentos, como el juego del Genio de Basilea. El duelo se niveló otra vez, bueno para los intereses del tenista de Belgrado que, sin embargo, estuvo con el agua al cuello en el peor momento, cuando sacaba con 5-4 en contra. Tiró un par de derechas fuera y se comió un bote pronto maravilloso de su rival, pero con el saque y un fallo inesperado del contrario, despejó una bola de break. Con toda su potencia en funcionamiento forzó luego otro desempate. Djokovic enganchó un 5-1 y, aunque Federer no se entregó fácilmente, volvió a ganarlo y a ponerse por delante.
Sir Roger perdió algo de energía tras este segundo contratiempo, un tanto azaroso, que encajó sin haber concedido hasta entonces ni una sola opción de quiebre a su oponente. Le quedaba orgullo para un poco más de baile, de saque y volea. Djokovic no tenía prisa. Las nubes habían vuelto a cubrir el cielo. Y en estas, resurgió el suizo, se desconcentró su adversario y él, sublime, se puso con 3-2 y saque, camino de la igualada, del set decisivo. Lo abrochó con otro break, el quinto, a pesar de perder después su servicio por primera vez. Mucho mérito.
Último tramo memorable
Ya al límite, los dos titanes bajaron la cabeza y continuaron peleando con lo que tenían. Federer, animado por la cercanía de una nueva resurrección; Djokovic, por la continuidad de su más reciente dominio. Sólo podía ganar uno y se postuló primero el serbio, aliado con la red, que favoreció sus intereses en un par de roces: 15-40 y ventaja posterior, a las puertas de un 3-1 que no llegó por la grandeza de su rival. Se repitió la situación dos juegos después y esta vez sí que acertó Nole. Con 4-2, no consolidó el break. El público estalló, porque más emoción ya casi no cabía
El espectáculo continuó y no decayó, se vino arriba. Federer rompió para el 8-7 y luego no fue capaz de aprovechar dos puntos de partido con su saque cuando el público, mayoritariamente a su favor, celebraba ya el triunfo. Tremendo. El sol apareció al final y jugó su papel molestando al que le tocaba la parte no sombreada. En el 22° juego, Federer estuvo a punto de arañar con su magia otro quiebre contra un 40-0 y, a la postre, se llegó al 12-12 después de una exhibición de saque-red del helvético. Increíble. Histórico. Primer año en Wimbledon con desempate en el quinto set al llegar a ese tanteo y se da en la final. Djokovic cogió ventaja y presionó mucho. Parecía difícil que ganara un tercer tie-break en semejante partido, pero lo hizo atizando con su revés y puso broche de oro a una final esplendorosa, que quedará para los restos como una de las mejores de siempre. Su celebración fue peculiar, agachado en la pista, mirando fijamente a la grada que había celebrado muchos de sus fallos, tocó la hierba, se comió un trozo y luego se golpeó el pecho. Había vencido contra todo y contra todos.