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¿Trabajar como chinos, como mexicanos o como chilenos? Vuelve la discusión sobre cuánto y cómo

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viernes, 03 mayo 2019 - 4:54 am

“Trabajo, trabajo, trabajo”, como decía el épico y fugaz spot de campaña a diputado del radical Sergio Velasco, es lo que está nuevamente al centro del debate ahora que el gobierno enviará al Congreso cambios a la legislación laboral, que reponen el siempre vigente asunto de si los chilenos trabajamos poco, mucho o demasiado; de si lo hacemos bien o sacamos la vuelta, pero además de si nos queda algo de tiempo para hacer nuestras cosas familiares o solitarias, o sencillamente descansar. Por lo pronto, y aunque el asunto es más complicado, el anuncio del gobierno entra a competir con otros proyectos en lo que toca al factor hora/hombre, hora/mujer.

Además de la inciativa de La Moneda, hay al menos dos más. Una, la cruzada de la diputada PC Camila Vallejo y por bajar el límite máximo legal de horas semanales de 45 a 40. Y, dos, muy reciente -de hecho aún no ingresa al Parlamento-, el diputado DC Raúl Soto plantea un sistema “4 x 3”, en que la semana tenga tres días de descanso, al estilo de un perpetuo fin de semana largo entre viernes y sábado. En ambos casos se plantea no bajarle la paga al trabajador.

Los argumentos de los dos proyectos apuntan -entre otras cosas- a mejorar y cuidar la salud mental de quienes trabajan y de facilitarle más tiempo con su familias o seres queridos. Más de alguna vez se ha sostenido que a mayor tiempo libre, más motivación para trabajar. El Centro de Estudios Públicos (CEP), divulgó en marzo último un estudio sobre “la relación entre la flexibilidad y la satisfacción laboral cuando la jornada es larga”, que arroja algunas sorpresas en ese sentido.

Todo esto, además, con el sonsonete derrotista que queda cada vez que se hace público algún informe que deja a Chile entre los países con más horas de trabajo, especialmente comparado con los otros miembros de la OCDE con que tanto nos gusta compararnos (aunque en algunos casos sean realidades incomparables).  Al menos en ese mundo, México carga la cruz del número uno en cuanto a horas laborales. Lejos que nuestro dicho de “trabajar como chino”.

“Trabajar como chino alude más bien a la disciplina”, dice Mariana Bargsted, sicóloga y académica de la Universidad Adolfo Ibáñez. “He hecho pasantías en México y te aseguro que trabajan muchas horas, pero muchas de ellas están  tomando café”, comenta.

Yendo al fondo, Bargsted sostiene que la pugna por quitarle o no horas al calendario laboral es “insuficiente”, porque lo que gravita es el tipo de trabajo y cómo está diseñado, es decir “de si tienes o no las herramientas necesarias para hacer bien tu trabajo en el tiempo determinado y no llevártelo a casa; de si tu labor es interrumpida o no, por ejemplo”. Insiste en que en lo que toca al bienestar de quien produce y su motivación, inciden otros elementos que ella no ve en esta discusión por las horas trabajables.

“La reducción de jornada no resuelve el desajuste entre las demandas y los recursos”, cierra. Eso sí, dice que bajar las horas sí hay que hacerlo; por algo hay que partir. Pero el “4 x 3” que propone Soto le parece que “es un cambio muy radical para una cultura laboral muy conservadora; otra cosa es flexibilizar los horarios de llegada y salida, el teletrabajo”.

El diputado Soto -que está en su primer período- defiende su idea. Cuenta que no la está adaptando de ejemplos foráneos: “No hemos encontrado otros países que sean tan vanguardistas en esta materia”. Sí, dice, “se ha aplicado en empresas. Las fórmulas contractuales de jornada de trabajo de 4×3 y han tenido una muy buena experiencia del punto de vista que han mejorado las relaciones laborales, los trabajadores son mucho más felices, tienen más tiempo para el descanso y para su familia, y por lo tanto tienen un mayor compromiso con la productividad de la empresa”.

Y aprovecha de remarcar la diferencia de esta idea con la anunciada hoy por el Presidente Piñera. “Nuestra propuesta es que es sobre la base de la disminución de la jornada semanal a 40 horas, de manera tal que tengamos una distribución de esas 40 horas en cuatro días con un tope máximo de 10 horas y no como propone el Ejecutivo que es manteniendo la jornada actual”, dice, explicando que “concentrar 45 horas semanales en cuatro días, con un tope máximo de 12 horas, es un abuso, eso no va a permitir de manera efectiva conciliar el trabajo con la familia ni mejorar la calidad de vida de los trabajadores”.

La  diputada Vallejo, en tanto, reivindicó su proyecto durante la marcha de ayer por el Día del Trabajador. Con su compañera de bancada Karol Cariola insistieron en que “¡Vamos por las 40 horas!” en sus redes sociales.

¿Tres días libres? ¿Menos paga o la misma?

“La productividad es una variable importante. No la podemos negarla porque el país tiene que funcionar. Pero estamos olvidando la variable de salud mental: tenemos índices muy malos, alto riesgo de suicidio”, advierte la sicóloga Bargsted. Eso nos lleva a la cuestión de si ambos factores o valores son conciliables o si, a la larga, terminan siendo excluyentes.

“Más allá del equilibrio que tiene que existir entre lo que requiere una persona para trabajar, y que tenga una salud coherente con ese trabajo, los tiempos han cambiado. Gran parte de la mayor productividad y eficiencia de la mano de obra tiene que ver con acomodar los horarios; la flexibilidad laboral pasa a ser mucho más importante que las horas trabajadas”, es lo que dicen desde la vereda de los economistas. En este caso, Patricio Rojas, de Rojas & Asociados.

Pero, ante los proyectos en debate, no parece tan simple conciliar posturas. “Si bajas la jornada laboral y colocas tres días de descanso, eso va a significar de que, probablemente, la remuneración del trabajador va a ser menor, y eso va a afectarlo a él”, advierte, y aventura que en tal caso “los empresarios y quienes contratan gente tendrán una aproximación distinta con la tecnología, con las máquinas; si pueden reemplazar trabajadores con máquinas, va a sufrir la remuneración. Y si además fijas por ley los salarios, puede terminar peor”.

Que el proyecto de Soto y Vallejo plantee castigar menos horas con una baja sueldos, ¿es concebible para el mundo de los economistas? “En Francia redujeron las horas trabajadas y ahora quieren aumentarlas de nuevo”, dice Rojas, y advierte que “pensar que se puede reducir la mano de obra y horas trabajadas, pagando el mismo salario, y que el empresario no haga ningún cambio en el otro factor, que es el capital, las maquinarias, es ilusorio”.

fuente: latercera.com